LA ETICA DEL CIUDADANO
Por Eduardo Martín Romero
En la época de Aristóteles
se designaba como político al habitante de la Polis, que era la ciudad en
griego, de donde el término de político estaba utilizado como ciudadano o
habitante de la ciudad.-
En el libro III de
“Política” Aristóteles estudia la virtud de un hombre bueno y por otro lado la
virtud de un ciudadano bueno, planteando que las mismas pueden coincidir en sus
valores pero que pueden ser muy distintas: así uno puede ser virtuoso como
persona pero no serlo como ciudadano sea eligiendo el gobierno los gobernantes
o gobernando y por el contrario puede ser un gobernante o ciudadano virtuoso y
tener una falta de virtud como persona.-
Este enunciado me movió a
compartir con Uds. algunas reflexiones sobre nuestros compartimientos como
personas o integrantes de una familia y por otro lado como actuamos en nuestra
vida como ciudadano donde manifestamos actitudes diametralmente opuestas
cuidando y protegiendo nuestro entorno personal y destruyendo o desentendiéndonos
del crecimiento del conjunto de la sociedad.-
Pareciera que la regla
general es que todos nos preocupamos por el crecimiento personal y el de
nuestros seres queridos y ponemos todo el esfuerzo en este objetivo eligiendo
con prudencia como una de las cuatro virtudes cardinales que disponen a la
razón para discernir el verdadero bien del mal y elegir los medios adecuados
para hacerlo; siendo solo la excepción la falta de esta prudencia en nuestras
relaciones personales o de afectos.-
Sin embargo cuando
actuamos como ciudadanos –políticos para los griegos- pareciera que es a la
inversa la regla general es la falta de prudencia en nuestro compromiso con la
ciudad –o la sociedad- por ende la ausencia de la virtud prudencia priva a
nuestra razón de discernir el verdadero bien del mal y elegir los medios
adecuados para el bien común y solo las excepciones muestran la presencia de
esta virtud cuando actuamos como ciudadanos.-
Esto genera que nos
preocupemos por nuestro bienestar y nos desentendamos del bien común opción
esta que nos impide crecer como país, sociedad, comunidad o población.-
También es cierto que
siempre encontramos excusas que justifican que nos desentendamos de ser
prudentes cuando actuamos como ciudadanos y para ello señalamos que todos lo
hacen y que nos obligan a ello, o que los gobernantes roban y dilapidan los
ingresos o que atiende a sectores y desatienden a otros o que falta educación o
crece la inseguridad o que los impuestos son muy altos etc. existiendo una
inmensa variedad de argumentos que justifican tener una ética o moral para
nosotros y tener otra como ciudadano.-
Observemos algunas
conductas como las señaladas; una de ellas es cuando como ciudadano alguien se
postula a un cargo político promete todas las soluciones y plantea el menor de
los sacrificios, busca apoyo económico en sectores que sabe luego pretenderán
favores del poder, eligen a sus compañeros de listas y colaboradores no por sus
condiciones sino por la cantidad de votos que aportan.-
Pero también, cuando como
ciudadanos, debemos elegir los candidatos al gobierno no miramos sus
condiciones, su trayectoria, sino que pensamos en que candidato nos dará más
beneficios personales pocos meditan sobre la utilidad de un candidato para con
el país solo piensan en puestos, beneficios, influencias todos postulados de
beneficio personal.-
Pero además como
ciudadanos pedimos culminar con la corrupción pero intentamos evitar cumplir
con las leyes u ordenanzas así pedimos más controles en el transito pero
increpamos a los inspectores cuando nos toca padecer una infracción; pedimos
terminar la inseguridad pero compramos productos que sabemos pueden ser productos
de ilícitos solo por su bajo precio; señalamos que debe mejorarse la educación
pero increpamos a los docentes que evalúan bajo a nuestros hijos; nos quejamos de
las bajas jubilaciones pero no pagamos los aportes al sistema e intentamos
beneficiarnos con moratorias; aun cuando logremos significativas ganancias
tratamos de disfrazarnos de perdidosos para evitar pagar impuestos; pretendemos
terminar con la trata y consumimos prostitución; queremos que no vendan bebidas
alcohólicas a menores y mandamos los hijos a comprárnosla; queremos que el
estado garantice la seguridad en los espectáculos públicos pero nos oponemos a
las clausuras de aquellos que no reúnen las condiciones; tiramos en la calle
toda nuestra basura y después nos quejamos de la falta de limpieza etc.
Sin dudas como ciudadanos
no tenemos prudencia, seamos o no gobernantes, seamos o no políticos, y esto
impide el crecimiento como sociedad alguien señalará que es difícil inclinarse
por el bien general cuando la acción nos impida nuestro crecimiento personal
pero es lo mismo que ocurre cuando la prudencia nos indica que debemos
priorizar alguna acciones que benefician a toda nuestra familia pero que nos
impide algún objetivo nuestro desde lo personal.-
Debemos comprender que
nuestro compromiso es, además de ser buenas personas, ser también buenos
ciudadanos y como tales cultores de la prudencia, virtud que nos posibilitará contar
como ciudadanos, no ya como personas, de la razón necesaria para discernir lo
que está bien de lo que está mal y elegir los medios adecuados para el bien
común.-
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